N o estoy en contra de la sencillez y amenidad en la prosa. Al contrario: me solidarizo con Karl Popper en su sentencia de que la falta de claridad en los intelectuales «es un pecado y la presunción, un crimen». La primera víctima de la pedantería en el estilo literario es la elegancia. Con frecuencia, la oscuridad de lo difícil lesiona la pro
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